lunes, 17 de octubre de 2011

El 15-M, de la Revolución a la Redemocratización.


El 15 de Mayo de 2011 ocurrió algo inesperado en este país, algo que incluso a los precursores de este movimiento y a los partidos políticos se les escapó medir. La ciudadanía que durante 30 años había disfrutado de una constitución y una democracia le salía contestataria y le exigía que cumpliera con aquello que 30 años atrás había prometido: libertad, justicia, igualdad y pluralismo político.

No hagamos demagogia barata y confundamos estos movimientos, el de “15M” y el de “¡Democracia real Ya!” con lo sucedidos en la “Primavera Árabe” durante el 2010 y el 2011. Estos si buscaban un avance en libertades y derechos humanos que ya disfrutamos en España. No, el movimiento de Mayo es la siguiente fase a la democracia: la vacuna contra los defectos y vicios del estado democrático, la redemocratización.
Si una obra de arte nunca está acabada, como pensaba Leonardo de su Gioconda, una democracia que ordena la vida de sus ciudadanos en el mismo espacio pero que cambian con el tiempo, no puede avanzar sin verse afectada por ese paso del tiempo. Las personas crecen y cambian, incluso la historia lo hace, ¿por qué no sus leyes?.

El movimiento del “Mayo Español” es la respuesta a la incógnita de cómo ha de ser ese cambio, pero en parte, pues la mayoría de las pretensiones de algunos sectores ya existen, tan solo han de utilizar las herramientas adecuadas para ponerlo en marcha. La sanidad es gratuita, al igual que la educación o el acceso a la cultura y existe una separación de los tres poderes e igualdad de derechos, otra cosa es su mal uso.

¿Y donde está el cambio?. En la exigencia al estado de derecho que vuelva al “camino correcto”, al pactado en 1978, en el que se garantiza una vivienda digna, un trabajo digno o una participación real en los estamentos políticos.

Las peticiones sobre la vivienda digna no van encaminadas a conseguir “adosados” para todos, sino que se fundamentan en la eliminación de cualquier posibilidad de especulación sobre este bien de primera necesidad. La otra parte importante de esta reivindicación es el tema de la “dación en pago” o entrega de la casa para saldar la deuda crediticia con el banco o caja “dueña” de la casa. No solo es necesario, sino imperante encontrar una fórmula para permitir a miles de personas que no han participado ni se han beneficiado de ningún tipo de especulación y que se han visto avocadas a perder su hogar. Ningún agente comercial le puede quitar el derecho a un ciudadano a comenzar de cero.

Con un trabajo digno no se refieren a trabajar menos por más remuneración, sino que las personas que han estado formándose durante años puedan ser valoradas por sus conocimientos y tener la oportunidad de demostrarlo. Un trabajo digno es tener la tranquilidad de un puesto de trabajo estable y no verse amenazado cada mes con el despido. Un trabajo digno es ser remunerado según mi productividad y no según el tipo de contrato o sexo. Un trabajo digno es contratarte sin pensar que soy minusválido, de otra raza o nacionalidad, y ello sin ver menoscabado mis derechos laborales.
 
El acceso a la política se ha convertido en una lucha de clases. Es cierto que cualquiera que desee participar en política puede entrar en un partido y participar del “bonito juego de la libertad”. Aquí reside el error. Los ciudadanos tenemos derecho a plantear cuestiones de forma directa a los gobernantes y participar de las mismas. Lo que el político “ofrece” cual pescadera que vende merluza probablemente si me interese, pero no es lo que me preocupa, pues los temas que afectan directamente a la ciudadanía están en la calle (micro democracia) y no en los despachos de las formaciones políticas. Es necesario un mecanismo de participación más directa en el gobierno (local, regional y estatal) que garantice “la voluntad del pueblo”. Si, existen los representantes, los políticos, que en representación nuestra lo hacen, pero en muchas ocasiones su ineficacia corrompe el sistema, lo deforma hasta hacernos sentir simples sirvientes del designio de unos pocos privilegiados.

De ahí la importancia del surgimiento de estos “movimientos", y repito, a pesar de las primeras connotaciones políticas que lo habían iniciado, ya que mejora y repara aquello que otros no quieren-saben reparar en un estado democrático.

El resto de peticiones va más a aglutinar movimientos ecológicos o de un reparto de la riqueza más igualitaria que dejan entrever los nuevos problemas a los que se deberá enfrentar la tercera fase de la democracia: una democracia más global.