El
15 de Mayo de 2011 ocurrió algo inesperado en este país, algo que incluso a los
precursores de este movimiento y a los partidos políticos se les escapó medir.
La ciudadanía que durante 30 años había disfrutado de una constitución y una
democracia le salía contestataria y le exigía que cumpliera con aquello que 30
años atrás había prometido: libertad, justicia, igualdad y pluralismo político.
No
hagamos demagogia barata y confundamos estos movimientos, el de “15M” y el de
“¡Democracia real Ya!” con lo sucedidos en la “Primavera Árabe” durante el 2010
y el 2011. Estos si buscaban un avance en libertades y derechos humanos que ya
disfrutamos en España. No, el movimiento de Mayo es la siguiente fase a la democracia:
la vacuna contra los defectos y vicios del estado democrático, la
redemocratización.
Si
una obra de arte nunca está acabada, como pensaba Leonardo de su Gioconda, una
democracia que ordena la vida de sus ciudadanos en el mismo espacio pero que
cambian con el tiempo, no puede avanzar sin verse afectada por ese paso del
tiempo. Las personas crecen y cambian, incluso la historia lo hace, ¿por qué no
sus leyes?.
El
movimiento del “Mayo Español” es la respuesta a la incógnita de cómo ha de ser
ese cambio, pero en parte, pues la mayoría de las pretensiones de algunos
sectores ya existen, tan solo han de utilizar las herramientas adecuadas para
ponerlo en marcha. La sanidad es gratuita, al igual que la educación o el
acceso a la cultura y existe una separación de los tres poderes e igualdad de
derechos, otra cosa es su mal uso.
¿Y
donde está el cambio?. En la exigencia al estado de derecho que vuelva al
“camino correcto”, al pactado en 1978, en el que se garantiza una vivienda
digna, un trabajo digno o una participación real en los estamentos políticos.
Las
peticiones sobre la vivienda digna no van encaminadas a conseguir “adosados”
para todos, sino que se fundamentan en la eliminación de cualquier posibilidad
de especulación sobre este bien de primera necesidad. La otra parte importante
de esta reivindicación es el tema de la “dación en pago” o entrega de la casa
para saldar la deuda crediticia con el banco o caja “dueña” de la casa. No solo
es necesario, sino imperante encontrar una fórmula para permitir a miles de
personas que no han participado ni se han beneficiado de ningún tipo de especulación y
que se han visto avocadas a perder su hogar. Ningún agente comercial le puede
quitar el derecho a un ciudadano a comenzar de cero.
Con
un trabajo digno no se refieren a trabajar menos por más remuneración, sino que las personas que han estado formándose durante años puedan ser valoradas
por sus conocimientos y tener la oportunidad de demostrarlo. Un trabajo digno
es tener la tranquilidad de un puesto de trabajo estable y no verse amenazado
cada mes con el despido. Un trabajo digno es ser remunerado según mi
productividad y no según el tipo de contrato o sexo. Un trabajo digno es
contratarte sin pensar que soy minusválido, de otra raza o nacionalidad, y ello
sin ver menoscabado mis derechos laborales.
El
acceso a la política se ha convertido en una lucha de clases. Es cierto que
cualquiera que desee participar en política puede entrar en un partido y
participar del “bonito juego de la libertad”. Aquí reside el error. Los
ciudadanos tenemos derecho a plantear cuestiones de forma directa a los
gobernantes y participar de las mismas. Lo que el político “ofrece” cual
pescadera que vende merluza probablemente si me interese, pero no es lo que me
preocupa, pues los temas que afectan directamente a la ciudadanía están en la
calle (micro democracia) y no en los despachos de las formaciones políticas. Es
necesario un mecanismo de participación más directa en el gobierno (local,
regional y estatal) que garantice “la voluntad del pueblo”. Si, existen los
representantes, los políticos, que en representación nuestra lo hacen, pero en
muchas ocasiones su ineficacia corrompe el sistema, lo deforma hasta hacernos
sentir simples sirvientes del designio de unos pocos privilegiados.
De ahí la importancia del surgimiento de estos “movimientos", y repito, a pesar de
las primeras connotaciones políticas que lo habían iniciado, ya que mejora y
repara aquello que otros no quieren-saben reparar en un estado democrático.
El
resto de peticiones va más a aglutinar movimientos ecológicos o de un reparto
de la riqueza más igualitaria que dejan entrever los nuevos problemas a los que
se deberá enfrentar la tercera fase de la democracia: una democracia más
global.